domingo, 17 de marzo de 2019

Análisis sobre los datos y los derechos civiles - Módulo 1

1.      Introducción

El artículo propuesto para estudio (Data & Civil Rights, Alarcon, Zeide, Rosenblat, Wikelius, Boyd, Gangadharan y Yu, 2014) trata, en resumen, de los beneficios que supondría (y en algunos lugares del mundo ya supone) valerse de la recopilación de datos de estudiantes en cualquiera de las etapas de su educación para conseguir una igualdad efectiva en el sistema educativo entre poblaciones de diferentes estatus socioeconómico y social y establece la posibilidad de que dicha recopilación de datos no suponga más que un perjuicio, por el mal uso que se podría hacer (y se cree que ya se hace) de los datos recopilados.

Se realizará un análisis de las principales ideas que se proponen en el artículo, respaldando algunas de ellas con otros autores que secundan en parte o por completo los que estas defienden, ya estén a favor o en contra de la educación basada en datos, que supone un hilo conductor en todo el artículo (data-driven education).

El artículo se puede dividir en cuatro secciones claramente diferenciadas, todas ellas en relación los “datos y los derechos civiles”, que da título al texto: introducción, a favor, en contra y cuestiones finales. Del mismo modo queda dividido el presente análisis.


          2.      La desigualdad en la educación es un hecho

Tal como se indica en el artículo objeto de análisis, existe una desigualdad de raza o procedencia palpable en los centros educativos (en los Estados Unidos de América, en adelante E.U.A.) que repercute directa y negativamente con las minorías étnicas o, como resume el texto, diferencias entre blancos y negros. Estas diferencias pasan desde el trato a los estudiantes (directo) hasta la desigual distribución de recursos en cada centro (Alarcon, et al., 2013, pp. 1-2).

Pero este problema racial no es exclusivo de los E.U.A., sino que es un suceso extensible a la mayoría de países. España, sin ir más lejos, es un ejemplo de ello. En un estudio realizado por García y Rubio (2013) que previamente había sido expuesto durante una conferencia (2011) plasman el reparto desigual que ocurre con el alumnado migrante que llega a España. Aunque los datos que aportan hacen referencia a dos ciudades andaluzas, es extensible al resto de la nación.

Los autores establecen que, debido a la existencia (cada vez mayor) de centros concertados-privados en el territorio español, existe una segregación de la población migrante y una acumulación de la misma en determinados centros educativos de corte público debido a su oferta gratuita durante toda la etapa educativa, mientras que en los primeros las etapas previas y posteriores a la educación obligatoria no son de carácter gratuito (García & Rubio, 2013).

Además, diversas fuentes analizadas en el mismo estudio de García & Rubio coinciden en que incluso dentro de algunos centros educativos se produce internamente dicha segregación, creándose así pequeños “guetos” donde suele coincidir toda la población en riesgo de exclusión social y con pocas expectativas de cursas estudios superiores en general, y de población migrante, en particular (Barthon, como se cita en García & Rubio, 2013).

Para paliar estas situaciones que solo consiguen agrandar aún más las desigualdades y las situaciones desfavorables de las familias y estudiantes más desfavorecidos, lleva tiempo contemplándose la idea de establecer un sistema de registro de datos de todos los estudiantes para poder predecir y anticipar respuestas válidas y adaptables a cada uno. Este tema ha supuesto una controversia en la comunidad educativa, ya que tanto defensores como detractores se han expresado y se han movilizado para expresar sus opiniones, ambas basadas en hechos ya acaecidos.


      3. Ideas a favor de la educación basada en datos

Los defensores de la educación basada en datos coinciden en que monitorizar sistemas digitales para establecer un control sobre muchos y muy diversos factores sobre grandes núcleos de estudiantes no es sino beneficioso para conseguir una igualdad de oportunidades en todos los sectores de la sociedad y en todos los niveles de la educación: recursos, acceso a estudios superiores, predecir riesgos mayores… En definitiva, para paliar la desigualdad expuesta en el apartado anterior.

La “data-driven education” o educación basada en datos se apoya en la idea de que, gracias a las nuevas tecnologías, es mucho más sencillo saber dónde están las necesidades específicas de cada alumno y alumna mediante controles que se basan en la recopilación de datos sobre el alumnado y su situación particular en diversos campos (Alarcon, et al., 2013).

Establecer unas pautas de acción en función del perfil del alumnado en general, y de alumnado en riesgo y con pocas expectativas de futuro académico y laboral en particular (como se comentaba en el apartado anterior) se hace, pues, cada vez más necesario. El objetivo es claro: conseguir mejorar el sistema educativo desde sus estudiantes mediante métodos que identifiquen rápida y eficazmente dónde, cómo y por qué existen los problemas y cómo intentar solucionarlos.

Históricamente, esta medición educativa era complicada de hacer. Hoy en día, sin embargo, existen y siguen desarrollándose cada vez más sistemas y aplicaciones digitales que contribuyen a realizar esta medición. Pinto, Gómez-Camarero y Fernández-Ramos (2012) hablan de elementos y aplicaciones digitales para evaluar diversos aspectos y ser más exactos a la hora de evaluar en la educación del siglo XXI. Su artículo trata de la importancia de los recursos digitales y su importancia no sólo para enseñar, sino también para recopilar mucha información y muy variada y ajustada sobre cada estudiante (especialmente en etapas universitarias).

El objetivo de esta recopilación de datos es conseguir alcanzar una individualización de la educación, es decir, una personalización de la misma. Esta meta se lleva persiguiendo desde siempre en la educación, ya que cada alumno es único en sí mismo, y aunque obedezca a determinados patrones, siempre va a tener su cualidad distintiva que deberá ser tomada en cuenta a la hora de educarlo y evaluarlo.

Uno de los primeros en utilizar el término “educación personalizada” fue García Hoz (1970) que más tarde seguiría editando (1988) y ampliando la concepción del término. García Hoz sentía que las necesidades educativas deben ser acordes con las profundas y cambiantes necesidades humanas y las condiciones de la sociedad, también en continuo cambio. Tanto entonces como ahora se hace necesario hacer pasar al alumno de sentirse como uno más entre la multitud a ser “un punto de convergencia de las alusiones personalizantes”, (García Hoz, 1988, p. 25), es decir, único, diferente, especial, auténtico, con fortalezas y debilidades propias y no genéricas.

Si se lograra con éxito tal personalización, los resultados serían muy positivos: mayor adaptabilidad, mayor responsabilidad, mejor eficiencia del sistema educativo, reducción de desigualdades y provisión de mejores ambientes educativos para estuantes desfavorecidos (Alarcon, et al., 2013, p. 3).

Para realizar una personalización y adaptación de la educación para cada estudiante, se necesitan una serie de algoritmos. En el texto se mencionan algunos programas para analizar datos con algoritmos como Khan Academy o los MOOC (Massive Open Online Courses) los cuales colaboran en el control de los estudiantes, de las becas, de los graduados y proporcionan mayor transparencia y mejor coordinación de todos los miembros de una comunidad educativa concreta (Alarcon, et al., 2013, p. 3).

Un uso parecido de diversos algoritmos fue analizado y descrito por Castellano, Martínez, Barranco y Pérez (2007, p. 35): desarrollaron un “sistema encargado de orientar académicamente al alumnado cuando se enfrente a la complicada decisión de elegir un perfil académico y unas materias a cursar en su siguiente etapa educativa”. Diversos algoritmos se unían para recopilar datos de diversa índole y así facilitar la decisión de alumnado que por falta de madurez o de conocimientos, bien podría no saber cuál es la decisión más acertada o apropiada para su futuro.

De este modo surgió la idea de OrieB: “una aplicación web que pretende orientar al alumnado de E.S.O. y Bachillerato en decisiones tales como escoger modalidad, seleccionar asignaturas, etc.” (Castellano, et al., 2007, p. 39). Esta web supone un paso más en la personalización antes comentada de la educación, en este caso relativa a la orientación estudiantil, que también se hace necesaria para optimizar al máximo los recursos del sistema educativo.

Hasta este punto, todas las innovaciones tecnológicas y digitales aplicables a la educación parecen exclusivamente beneficiosas y que buscan lo mejor para toda la población. Sin embargo, determinados usuarios que forman parte del grupo de personas interesadas, añaden que no todo es tan útil y transparente como se podría esperar.


    4. Ideas en contra de la educación basada en datos

Los contrarios a una recopilación de datos aplicada a la educación critican que el uso de estos datos perpetua la brecha entre los alumnos con diferente nivel socioeconómico de vida. Ellos aseguran que la aplicación de algoritmos de medición no solo no ayuda a los alumnos en el percentil bajo de la población, sino que favorece a aquellos que se encuentran en la parte alta del mismo (Alarcon, et al., 2013, p. 4).

Autores como Neuman secundan esta idea de que la educación basada en datos agranda la división entre clases ya existente. En uno de sus artículos, Neuman (2016) se centra en la impartición de las materias proporcionando al alumnado datos de sus resultados y progreso académicos, para que así se motiven por superarse a sí mismos y a sus compañeros. El resultado obtenido de estos datos, clasificado por colores, etiqueta en rojo a aquellos muy por debajo de la media. Dependiendo de la edad del alumnado, esta información se puede tornar en implacable para ellos, suponiendo un duro golpe para estas minorías étnicas.

La sensación recibida de este tipo de sistemas parece, de algún modo, seguir haciendo un tratamiento diferencial entre alumnado con recursos económicos y alumnado con pocos recursos, perpetuando así el etiquetado original, como bien comentan Alarcon, et al., (2013, p. 4).

Otra idea que no agrada a los miembros de esta creencia es la posibilidad de uso de los datos recopilados para violar la privacidad de los alumnos y llegar a usarlos con propósitos extra-educativos (Alarcon, et al., 2013, pp. 4-5). Aquí entran en juego cantidad de datos que en el futuro pueden llegar de forma intencionada (compra-venta) o no intencionada (filtración o hackeo de sistemas) a manos inapropiadas que podrían hacer un mal uso de ellos. Un ejemplo que se plantea en el artículo analizado es la posibilidad de tener un futuro (trabajo, casa, familia…) y que éste se vea truncado por unos datos (presumiblemente negativos) que pueden ya no ser representativos de la realidad.

Se puede plantear aquí la cuestión de cómo de ético o no ético es recopilar datos, aunque sea para mejorar la educación. Esto siempre ha supuesto un problema para los participantes de algún estudio monitorizado digitalmente, así que más aún lo es a tan gran escala como supondría la “data-driven education”.

Ejemplo de los problemas con la privacidad que ya causaban este tipo de estudios es el estudio realizado por Buendía y Berrocal (2001) sobre la presencia o ausencia de ética en estos casos. El texto aclara a que aquellos que llevan a cabo el proceso de monitorización y recopilación de datos se les presupone fidelidad y responsabilidad en el uso y tratamiento de dichos datos. Pero ya entonces suponía un reto conservar todos los datos recolectados en un estudio controlado con un índice de participación ínfimo en comparación a la aplicación de una educación basada en datos.

En definitiva, parece casi un imposible evitar que datos digitales, que se registran en dispositivos digitales, acaben en manos que puedan utilizarlos con otros fines, de índole económica en su mayoría, presuponemos.


     5. Preguntas finales de interés

Al final del artículo se proponen una serie de cuestiones que retan a la educación basada en datos. El objetivo de las mismas, para quien consiga contestar todas sin excepción y con concreción, es probar que se puede mejorar la educación gracias a las nuevas tecnologías y los avances en los sistemas de algoritmos para recopilar información.

De un modo u otro algunas cuestiones han sido respondidas en el desarrollo de este ensayo (como la 1 o la 2) y otras preguntas (como la y la 6) quedan en el aire ante la imposibilidad de garantizar medidas y políticas que mantengan privacidad, transparencia y buen uso de los datos.


     6. Bibliografía

Alarcón, A. et. al. (2014). Data & Civil Rights: Education Primer. Data & Civil Rights Conference.
Buendía, L. y Berrocal, E. (2001). La ética de la investigación. Revistas de la UHU, Agora digital, (1). Disponible en http://www.uhu.es/agora/version01/digital/numeros/01/01-articulos/miscelanea/buendia.PDF.

Castellano, E.J., Martínez, L., Barranco, M. y Pérez, L. G. (2007). Recomendación de perfiles académicos mediante algoritmos colaborativos basados en el expediente. Conferencia IADIS Ibero-Americana. Conferencia llevada a cabo en Vilareal, Portugal.

García Castaño, F. J. y Rubio Gómez, M. (2013). Juntos pero no revueltos: Procesos de concentración escolar del alumnado extranjero en determinados centros educativos. Revista de Dialectología y Tradiciones Populares 68 (1), pp. 7-31.

García Hoz, V. (1988). Educación personalizada. Madrid, Rialp.

Neuman, S.B. (2016), Code red: the danger of data-driven instruction. Educational Leadership, 74 (3), pp. 24-29. Disponible en: http://68.77.48.18/RandD/Educational%20Leadership/Educational%20Leadership_Disrupting%20Inequity%20-%20Neuman.pdf
Pinto, M., Gómez-Camarero, C. y Fernández-Ramos, A. (2012). Los recursos educativos electrónicos: perspectivas y herramientas de evaluación. Perspectivas em Ciência da Informação. 17 (3), pp. 82-99. Disponible en: http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttextpid=S141399362012000300007lng=ennrm=iso