Cuando te imbuyes en el mundillo de la educación, te das cuenta de algo que el resto de personas también hace, pero no de manera consciente. Y es que, a lo largo de la vida, nunca dejamos de aprender.
Cuando salimos de la escuela y pasamos al instituto, y después al bachiller, y más tarde a la universidad o estudios de postgrado...o aquellos que decidieron trabajar al terminar el instituto, para todos ellos hay una cosa tan continua como el respirar: aprender.
Suelen decir que cada día que te acuestas, has aprendido una cosa nueva. Puede que no todas esas cosas se convierten en algo significativo o duradero en tu vida, pero van formando experiencias y forjándonos como las personas y que podemos llegar a ser.
En este sentido, el blog de este chico ¿Para qué sirve una canción?, pone en evidencia esa educación continua a la que estamos expuestos. En este caso a través de la música que nos rodea constantemente: medios de transporte, centros comerciales, tiendas, bares, radio, televisión... Cada canción es captada por nuestros oídos, transmitiéndonos diversas emociones y sentimientos.
Dentro de todas estas canciones, ocupan un lugar importante las bandas sonoras de películas o series, mucho más importantes de lo que a veces podemos imaginar.
Con cada canción que escuchamos, tanto voluntaria (reproductor mp3, móvil, ordenador...) como involuntariamente, aprendemos algo.
Además, cuando por algún motivo inexplicable te sientes atraído por alguna en particular, al volver a escucharla, la mente recrea un sentimiento de placer, que se repetirá varias veces hasta que tu cerebro se acostumbre. Es una sensación maravillosa.
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